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Esta entrevista, que forma parte del boletín informativo del mes de abril, presentamos a Beatriz Marín, ingeniera civil en informática e investigadora con una amplia trayectoria en la academia y la industria. Desde sus orígenes en Ovalle, Chile, hasta su actual labor en el Instituto Valenciano de Inteligencia Artificial, Beatriz comparte su pasión por la tecnología, los desafíos que enfrentó como mujer en un entorno mayoritariamente masculino y su compromiso por fomentar la participación femenina en la ingeniería y la computación.

Su experiencia y visión invitan a reflexionar sobre el futuro de la tecnología y el papel clave que la diversidad y la inclusión juegan para alcanzar un desarrollo innovador y más justo.

Entrevista

– ¿Podrías contarnos un poco sobre ti y tu trayectoria en el campo de la
computación?

Mi nombre es Beatriz Marín, una persona entusiasta, curiosa y apasionada por la
tecnología y la investigación. Me gradué como Ingeniera Civil en Informática de la
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV) en 2002, y en 2011 obtuve mi
Doctorado en Ciencias de la Computación en la Universitat Politècnica de València
(UPV) en España. Con más de 15 años de experiencia en docencia universitaria, gestión
académica y liderazgo en proyectos de investigación, he tenido el privilegio de contribuir
al desarrollo y avance de la ingeniería de software, tanto en el ámbito académico como
en la industria.
Inicialmente, mi carrera profesional comenzó en el ámbito industrial, donde trabajé como
ingeniera en equipos de I+D+i y jefa de proyectos en empresas en Chile y España.
Durante esta etapa, desarrollaba actividades de investigación al mismo tiempo que dictaba
clases en PUCV, lo que despertó mi interés por profundizar en la academia. Esta
motivación me llevó a estudiar el doctorado en España, y, al regresar a Chile, me
desempeñé como como investigadora, académica, directora de investigación y
coordinadora del máster de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Diego
Portales – Chile desde el 2012 al 2021. Hoy en día, trabajo en la UPV como profesora e
investigadora líder de proyectos dentro del Instituto Valenciano de Inteligencia Artificial
(VRAIN).
A lo largo de mi carrera, he sido autora de más de 100 artículos científicos en el área de
ingeniería de software, publicados en conferencias y revistas con revisión por pares. Mis
investigaciones se han centrado especialmente en las áreas de modelado conceptual,
pruebas de software, desarrollo de software dirigido por modelos, ingeniería de software
empírica y gamificación. Desde 2007 he participado activamente en más de 140 comités
científicos de conferencias nacionales e internacionales, así como revisora en prestigiosas
revistas. Además, he tenido el honor de desempeñarme como general chair y program
chair, liderando varias conferencias y workshops en temáticas de ingeniería de software.
En la actualidad, lidero el proyecto europeo ENACTEST, que busca mejorar la educación
de las pruebas del software (testing) en carreras STEM a nivel universitario y en centros
de formación técnica, teniendo en cuenta las necesidades de aprendizaje de los
estudiantes, los requisitos de la industria, y el uso de técnicas novedosas como la
gamificación y nuevas tecnologías para facilitar la enseñanza de temas complejos. Este
proyecto es una alianza de innovación de varios países europeos y cuenta con 9 socios
tanto de la academia y como de la industria.
Finalmente, me gustaría destacar mi participación activa en la promoción de la inclusión
de las mujeres en la ingeniería y la computación. He sido parte de la celebración de la
ACM de mujeres en ingeniería en Chile (CHILEWIC) y participo en el evento europeo
de mujeres en computación (WOMENCOURAGE). Actualmente, soy mentora del
capítulo ACM-W en la UPV, impulsando el empoderamiento y la visibilidad de las
mujeres en estos campos.

– ¿Qué te inspiró a elegir una carrera en computación?

En mi infancia y adolescencia crecí en una ciudad pequeña del norte de Chile: Ovalle. En
mi etapa escolar siempre me gustaron las matemáticas y la física, y gracias a mis
habilidades en esas materias tuve la oportunidad de participar en las olimpiadas de estas
áreas. En esos tiempos, el acceso a la información de distintas carreras era más escaso
que en la actualidad, y aún más en las ciudades donde no había universidades como es el
caso de Ovalle. Sin embargo, la participación en las olimpiadas me ayudó a viajar a otras
ciudades, conocer a otras personas, y entender el abanico de opciones de carreras que eran
factibles para personas con mis habilidades. Fue durante uno de esos viajes de las
olimpiadas donde por primera vez escuché de qué se trataba la computación, y me fascinó,
en mi mente rápidamente resonaba la idea de poder usar la tecnología para beneficiar a
las personas. Tener la capacidad de poder motivar avances tecnológicos que faciliten el
día a día de las personas y potencien el desarrollo de la sociedad me inspiró a elegir una
carrera de computación.

“Hoy sigo motivada por esa misma visión: usar la tecnología para
transformar vidas.”

– ¿Cuáles fueron algunos de los desafíos que enfrentaste en tu carrera y cómo los
superaste?

Entré a estudiar Ingeniería Civil Informática el primer año en que se dictó la carrera en la
Universidad Católica de Valparaíso. Esto representó el primer desafío, moverme de
ciudad para poder estudiar (desde Ovalle a Valparaíso), donde la organización del tiempo,
y la distribución y respeto por las tareas de estudio y domésticas fueron la clave para
superar los obstáculos que supone vivir lejos de la familia.
Ya en el entorno universitario, otro desafío fue enfrentarme a un curso mayoritariamente
masculino. Yo venía de un colegio donde tenía sólo compañeras, y reconocí que tanto
hombres como mujeres tenemos visiones distintas e interactuamos de forma diferente.
Entendí que tenía que aprender de sus interacciones y ser clara con mis ideas y visiones
para facilitar nuestro aprendizaje y progreso en la carrera juntos. Me adapté al nuevo
entorno manteniendo mi esencia, y ese equilibrio fue clave para construir relaciones
significativas y avanzar con seguridad. Gracias a eso, a lo largo de los seis años de estudio
pude formar grandes lazos de amistad con muchos de mis compañeros.
Me involucré en investigación gracias a la profesora Silvana Roncagliolo, y tuve la
oportunidad de escribir un trabajo científico que pude presentar en las Jornadas Chilenas
de Ciencia de la Computación realizadas en Punta Arenas el 2001. Esto también supuso
un desafío respecto de la conceptualización de la contribución y la presentación en
términos simples a una gran audiencia. Para superarlo me preparé, trabajé en la
presentación y pude realizarla a pesar del nerviosismo que sentía. Posteriormente,
también tuve la oportunidad de presentar mi investigación en las JCC realizadas en
Copiapó el 2002 y las JCC realizadas en Chillán el 2003.
Respecto de los desafíos académicos, desde el inicio estudié, practiqué, y trabajé cada día
para progresar en la carrera. Esto resultó en que terminara mi carrera exactamente en los
6 años definidos en la malla curricular. Fui la primera titulada de la carrera. Esto fue una
gran alegría para mí, mi familia y la Escuela de Informática. Al ser la primera, mi defensa
del título fue ampliada – por el orgullo que suponía – con decanos, profesores de otras
carreras, autoridades académicas y religiosas como el Cardenal, entre otros. Esto también
fue un desafío que superé confiando en la calidad del trabajo de titulación que había
realizado.

– Desde tu experiencia, ¿cuáles son los mayores desafíos que enfrentan las mujeres
en la industria de la computación hoy en día?

de la computación, todavía quedan desafíos importantes. Las mujeres aún enfrentan
barreras para ser plenamente valoradas en entornos laborales, especialmente en espacios
dominados por liderazgos tradicionales. Todavía encontramos en posiciones de mando a
personas que les cuesta aceptar el valor de integrar distintos puntos de vista para resolver
desafíos complejos. Si bien los cambios culturales toman tiempo, creo que es momento
de avanzar decididamente hacia una cultura que promueva la corresponsabilidad en la
vida familiar y profesional, entendiendo que equilibrar estos ámbitos atañe tanto a
hombres como mujeres, y que requiere políticas reales y compromiso institucional.

– ¿Cómo te mantienes actualizada con los avances en tu área de especialización?

La tecnología avanza muy rápido, y soy consciente de que es imposible estar al tanto de
todos los avances. Por eso me enfoco en aprender según los desafíos concretos que voy
enfrentando en mi investigación o en los proyectos en los que trabajo. Cuando detecto
una necesidad o área que debo fortalecer, estudio, practico, y cuando lo aprendo, lo
incorporo en mi trabajo. Eso me permite avanzar con propósito, sin agobiarme por
abarcarlo todo a la vez. Estudio cada día con entusiasmo y disciplina, avanzando paso a
paso, sabiendo que mantenerse actualizado no es una meta fija, sino que es un camino
continuo y apasionante.

– ¿Cómo ves el futuro de las mujeres en computación? ¿Qué cambios esperas o te
gustaría ver en los próximos años?

Me encantaría ver a más mujeres en equipos de profesionales de la computación. Para
ello, creo que es necesario abordar el problema desde la raíz. Necesitamos motivar mejor
a las niñas y jóvenes para que crean en sus capacidades y consideren la computación como
un camino posible y atractivo. Aunque hoy en día hay más mujeres que se animan a
estudiar computación que cuando yo comencé, todavía el porcentaje es bajo. Una idea
para mejorar su motivación es mostrar referentes femeninos actuales. Si bien admiro
profundamente a pioneras como Ada Lovelace, Hedy Lamarr o Margaret Hamilton,
entiendo que muchas jóvenes necesitan modelos más cercanos en los que puedan verse
reflejadas. Conozco personalmente a mujeres brillantes, trabajadoras y comprometidas,
que podrían inspirar a muchas más si visibilizáramos su trabajo y sus logros.
Por otro lado, para las mujeres que ya están en el área, creo que tienen un futuro
prometedor. Las veo cada vez más seguras, aportando miradas diversas para resolver
desafíos complejos. Esa diversidad es clave para la innovación, y sin duda pavimenta el
camino para las nuevas generaciones. Espero que pronto sea común ver mujeres liderando
equipos, proyectos e instituciones en el panorama tecnológico.

– ¿Qué mensaje te gustaría dejar a las mujeres que están comenzando o que desean
avanzar en sus carreras en computación?

Mi mensaje sería que confíen en sí mismas y sus capacidades, que reconozcan lo que les
falta por aprender, y se atrevan a crecer mediante el estudio, la práctica, y el trabajo
constante. La carrera de computación puede ser desafiante, pero también es
increíblemente gratificante. Recuerden que no están solas, muchas mujeres hemos pasado
por desafíos similares, y cada vez más mujeres están abriendo camino para las que vienen.
No se trata de perfección o de tener todas las respuestas. Hoy más que nunca, el mundo
necesita profesionales en computación comprometidos y apasionados, porque el futuro
está siendo modelado por la tecnología. El trabajo duro, la pasión por lo que hacen y la
perseverancia les permitirán construir su camino paso a paso. No es magia, es trabajo. ¡Y
vale la pena!


Beatriz Marín nos recuerda que el camino en la computación puede ser desafiante, pero también lleno de oportunidades para quienes se atreven a aprender y perseverar. Su historia inspira a seguir avanzando con pasión, confianza y compromiso hacia un futuro tecnológico más inclusivo y diverso.

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