Skip to main content
Diciembre 2025

Perspectivas 2025: Desafíos de la Academia y la Industria en el Software Chileno

Índice


Saludo Inicial: Dra. Ania Cravero – Presidenta SCCC

Entrevistas: Perspectivas 2025 en el Software Chileno


Departamentos de computación, nuestra historia

Aportes de socios y socias


 Jornadas Chilenas de Computación 2025

 

Saludo Inicial

Asimismo, hemos querido reconocer parte de la historia de tres de los departamentos de computación más antiguos de Chile, relevando su legado institucional y su compromiso con la formación de nuevas generaciones.

También incluimos las actividades compartidas por nuestros socios y socias, que continúan enriqueciendo el quehacer científico y tecnológico de la comunidad.

Y, por supuesto, dedicamos un espacio especial a las Jornadas Chilenas de Computación 2025 (JCC2025), realizadas exitosamente entre el 28 y el 30 de octubre en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, incluyendo eventos satélites como el Foro IA, que promovió un diálogo profundo sobre el rol de la inteligencia artificial en la academia y la sociedad.

Les invitamos a leer, compartir y reflexionar con los contenidos de este boletín, que es una construcción colectiva. Creemos firmemente que todos y todas hacemos que la SCCC sea una sociedad activa, relevante y comprometida con el desarrollo científico y tecnológico de Chile.

¡Gracias por seguir construyendo comunidad!

Con aprecio,
Dra. Ania Cravero – Presidenta SCCC

Entrevistas

"La Confusión entre Ciencia e Ingeniería: El Desafío de la Academia Chilena de Software."

Hernan Astudillo

"Evolución y Futuro de la Ingeniería de Software en Chile: Una Perspectiva Desde la Academia y la Experiencia Profesional"

Gastón Marquez

"De las Tarjetas Perforadas a la Soberanía Tecnológica: Una Trayectoria de Innovación y Formación en el Desarrollo de Software Chileno"

Carlos Cares

“Ingeniería de software en Chile: entre la rigurosidad técnica y la innovación ágil”

Cristian Orellana

Departamentos de computación, nuestra historia

"La Confusión entre Ciencia e Ingeniería: El Desafío de la Academia Chilena de Software."

Hernan Astudillo

 

¿Cómo se ha desarrollado su trayectoria en el ámbito del desarrollo de software?

Soy titulado de la segunda promoción de Ingeniero Civil Informático de Chile (UTFSM 1988); después hice un doctorado (Georgia Tech 1996), que financié desarrollando software para grupos de investigación de otras áreas.  En ese rol descubrí la Arquitectura de Software como praxis y disciplina. 

Después de graduarme, trabajé varios años en empresas integradoras o consultoras, como arquitecto de soluciones a varios niveles.  También me involucré el desarrollo de estándares, desde UML a fines de los 90 hasta mi actual participación en IEEE Standards Association.  Y finalmente volví a la academia, no a enseñar Ingeniería de software, sino a ayudar a aprenderla.

¿Podría compartir algunos hitos relevantes o experiencias significativas en esa trayectoria?

Mi experiencia más frustrante como ingeniero de software es recurrente: pido ver un modelo o diagrama del software, y me muestran uno con tarros y switches.  “El software está ahí dentro.”  Siempre me acuerdo de la oveja del Principito: “está en la caja”.  Pensar sobre software requiere abstracción: nadie ha visto un objeto o un proceso, pero hablamos como si fuera el caso.

La diferencia entre un computín y un ingeniero de software es que el primero cree que hacer un sistema grande y complejo es cosa de, pues, programar mucho.  Le dediqué un par de décadas a diseñar y operar curso que llevaran a alumnos de 3er año a darse cuenta de que saben programar pero no hacer software.  Y esto no es algo que se pueda enseñar con una diapo; tiene que vivirse.

¿Cómo visualiza el futuro del desarrollo de software en Chile, considerando el vínculo entre academia, industria y Estado?

En Chile, y Latinoamérica en general, la investigación cientifica es un proyecto de prestigio del estado, no algo que ha surgido orgánicamente del medio productivo.  Así, mis colegas en Europa tienen doctorantes financiados por empresas, la academia recibe problemas prácticos, y la industria recibe conocimiento avanzado.  El problema de fondo es que en la academia en Chile (pero no en la industria) se confunde ciencia de computación (principios inmutables etc) e ingeniería de software (desarrollo sietemático, eficaz y eficiente de software eficaz y eficiente).  En Chile, industria y academia son mundos paralelos y divergentes, ya que en las últimas décadas el estado ha promovido/exigido que los profesores de Ingeniería sean científicos y no ingenieros.  No aceptaríamos que los médicos o abogados fueran educados por especialistas que nunca han ejercido su profesión, pero es lo que se promuve en informática.  Afortunadamente la ingeniería de software en Chile avanza a pesar del estado y la acadamia; sistemas complejos e innovadores son diseñados, construídos y desplegados.  La academia tiende a olvidar que la Ingeniería de Software sucede “allá afuera”. Tengo fe en el mundo real.

¿Qué mensaje le gustaría entregar a las nuevas generaciones de profesionales en esta área?

Una cosa que he notado durante estas décadas de práctica es que un Un mecánico o eléctrico “penca” no tiene trabajo, pero no hay informáticos cesantes.  Eso se está acabando, porque la IA y otras técnicas están automatizando los trabajos simples y repetitivos, los “entry level jobs”.  Ahora seremos una profesión normal: el que lo hace mal, come mal.  Y el mensaje es claro: adopta las herramientas de ultra-productividad, trabaja con agentes, maximiza el reuso, haz análisis de riesgos… haz ingeniería.

"Evolución y Futuro de la Ingeniería de Software en Chile: Una Perspectiva Desde la Academia y la Experiencia Profesional"

Gastón Marquez

 

¿Cómo se ha desarrollado su trayectoria en el ámbito del desarrollo de software?

Desde mis estudios de la Universidad del Bío-Bío en la carrera de Ingeniería Civil en Informática, comencé mi trayectoria en proyectos de investigación que necesitaban de desarrollo de software. Posteriormente, continué mi desarrollo profesional en empresas cuyo negocio era el mundo naviero, salud y financiero. Fueron en estas empresas en donde desarrollé mis habilidades tanto de desarrollo de software, así como también mis habilidades blandas y de gestión, las cuales son muy relevantes para la gestión de proyectos de software. Estas cualidades me permitieron liderar diversos proyectos de desarrollo tecnológico a gran escala. Durante mis estudios de doctorado en la Universidad Técnica Federico Santa María tuve la posibilidad de ejercer como arquitecto de software en proyectos relacionado a la gestión en educación superior. A su vez, en pasantías internacionales tanto en el Rochester Institute of Technology (USA) como en Université de Technologie de Compiègne (Francia), pude participar en proyectos de desarrollo de software como arquitecto y asesor tecnológico en temas relacionados a ciberseguridad y hogares inteligentes para personas de la tercera edad. Actualmente, además de mi trabajo académico en el Departamento de Ciencias de la Computación y Tecnologías de la Información de la Universidad del Bío-Bío, sigo participando en asesorías y proyectos de software relacionados al ámbito de salud y ciberseguridad. Más precisamente, participo en proyectos de interoperabilidad en salud y asesorías relacionada a la validación de calidad de software en sistemas de telemedicina y registro clínico electrónico.

¿Podría compartir algunos hitos relevantes o experiencias significativas en esa trayectoria?

En mi experiencia en Chile, tuve la oportunidad de iniciar en la empresa en dónde estaba la temática de Data Science. Por allá en el 2014, este enfoque recién estaba llegando a las empresas y todos los proyectos se estaban adaptando a requisitos fuertemente enfocados a análisis y procesamiento de datos. A su vez, en el mismo año, durante el 2012 y 2014 tuve que implementar junto a otros colegas algoritmos de machine learning en la plataforma Matlab con la finalidad de apoyar la toma de decisiones en la gestión de stocks de empresas de nuestros clientes en el extranjero. En esa época, Python aún era considerado como un lenguaje de programación académico, por lo que Matlab ofrecía librerías y herramientas necesarias abordar requisitos más específicos de análisis de datos. En la actualidad, algunos de los hitos más relevantes que estoy participando es traducir necesidades de la población de la región de Ñuble relacionada a la interoperabilidad en tiempos de espera hacia soluciones que permitan agilizar la toma de decisiones sobre tiempos interoperables, así como también visibilizar información relevante para la ciudadanía de la región de Ñuble sobre sus citas médicas usando herramientas basadas en inteligencia artificial.

¿Cómo visualiza el futuro del desarrollo de software en Chile, considerando el vínculo entre academia, industria y Estado?

El desarrollo de software está viviendo una evolución constante en lo que respecta tecnologías, cultura y personas. Desde mi perspectiva, la Ingeniería de Software está transitando desde modelos tradicionales y lineales hacia enfoques más dinámicos, automatizados y centrados en la integración continua. Por ejemplo, DevOps ha sido un punto de inflexión, al promover la colaboración interdisciplinaria entre equipos de desarrollo y operaciones, lo que promueve la entrega continua, la automatización de pruebas y el monitoreo en tiempo real. A su vez, veo que la ciberseguridad se está integrando como un componente transversal en todo el ciclo de vida del software, dando origen al concepto de DevSecOps, donde la seguridad se incorpora desde el diseño hasta el despliegue. Esto también lo veo potenciado con iniciativas a nivel industria y Estado con la creación de la Agencia Nacional de Ciberseguridad (ANCI). En esta misma línea, la inteligencia artificial está revolucionando la Ingeniería del Software mediante los modelos de aprendizaje automático los cuales permiten crear sistemas adaptativos y predictivos, mejorando la calidad y eficiencia del software (agentic software engineering). En este punto, las iniciativas que realiza el Centro Nacional de Inteligencia Artificial (CENIA) son clave para traducir necesidades del Estado hacia soluciones pragmáticas. Finalmente, no puedo dejar de lado lo que se viene con respecto a la computación cuántica. Esta disciplina ofrece capacidades de procesamiento exponencial que transforman el desarrollo de software clásico hacia un desarrollo híbrido que utiliza las ventajas de la computación cuántica para crear soluciones con capacidades sobresalientes de procesamiento y cómputo.

¿Qué mensaje le gustaría entregar a las nuevas generaciones de profesionales en esta área?

Lo que más le menciono a mis estudiantes de Ingeniería de Software (y cursos relacionados a software) es que deben aprender y expandir el conocimiento constantemente. La tecnología evoluciona periódicamente lo que nos obliga a estar siempre actualizados e informados. Además de lo anterior, fomento también la pasión por desarrollar soluciones que van a directo beneficio a la sociedad y el país. Chile es una plataforma muy fascinante para crear tecnologías y ciencia aplicada. Esto produce que el profesional de desarrollo de software de hoy no solamente debe ser una persona que domina la tecnología, sino que también el análisis crítico y habilidades blandas. La llegada de herramientas basadas en inteligencia artificial que aceleran el desarrollo de soluciones son una gran ventaja, pero debemos tener la capacidad de analizar cómo interpretar las soluciones entregadas por estas herramientas sin dejar de lado el arte de crear soluciones tecnológicas con un sello propio.

"De las Tarjetas Perforadas a la Soberanía Tecnológica: Una Trayectoria de Innovación y Formación en el Desarrollo de Software Chileno"

Carlos Cares

Antes que todo, quiero comenzar agradeciendo sinceramente a la Sociedad Chilena de Ciencias de la Computación por el honor de considerarme en este ciclo de entrevistas sobre “Avances y perspectivas en el Desarrollo de Software”. Es un privilegio compartir esta conversación y reflexionar sobre un tema que ha sido, y sigue siendo, una parte esencial de mi vida profesional.

 

¿Cómo se ha desarrollado su trayectoria en el ámbito del desarrollo de software?

Inicié mis estudios en la Universidad de Concepción (UdeC) en 1983. En ese entonces, se ingresaba a un plan común durante el primer año, y la especialidad se elegía en segundo año. Fuimos la primera generación de estudiantes que no perforó tarjetas, un cambio que ya anunciaba una nueva era en la informática.

La Dirección de Planificación e Informática (DPI, en esa época) administraba la infraestructura computacional y necesitaba ayudantes de programación para apoyar a estudiantes y profesores. Ese fue mi primer trabajo vinculado directamente al desarrollo de software.

Durante esa década, la industria del sur de Chile recibió con entusiasmo los primeros computadores XT, aunque con cierta decepción al constatar que pocas personas sabían realmente aprovecharlos. Como estudiante, participé activamente en programas de capacitación dirigidos a ingenieros de Celulosa Arauco, Santa Fé en Nacimiento y Central El Toro. A través del Instituto de Desarrollo Tecnológico de la UdeC, colaboré también con el SAG en Temuco. Al egresar, participé en pequeñas empresas dedicadas a la venta y desarrollo de software a medida en Concepción.

Sin embargo, fue gracias al profesor Daniel Campos, también de la UdeC, que varios estudiantes quedamos tempranamente fascinados por los Sistemas de Inteligencia Artificial (IA). En 1990 existía un proyecto de IA en el sector productivo, dirigido por el profesor Pedro Hepp, en la Pontificia Universidad Católica, con cuatro nodos en Chile y uno en Temuco. Motivado por esa experiencia, me presenté en la Universidad de La Frontera (UFRO), donde asumí como responsable técnico del nodo local. Fue mi primer laboratorio, y con orgullo puedo decir que muchos de aquellos estudiantes conforman hoy un grupo de élite en la empresa pública y privada dedicada al desarrollo de software en Chile.

Ya en la UFRO, completamente cautivado por la investigación en desarrollo de software, comprendí que me faltaba una formación más profunda. Como ingeniero civil uno es un buen analista y solucionador, pero aún lejos de los requerimientos de la investigación formal. Por ello cursé el Magíster en Ingeniería Informática en la Universidad Técnica Federico Santa María, y posteriormente el Doctorado en la Universidad Politécnica de Cataluña, en el programa de Software. En ambas etapas, el desarrollo de software fue un componente central.

¿Podría compartir algunos hitos relevantes o experiencias significativas en esa trayectoria?

Por supuesto. Uno de los hitos más significativos fue el desarrollo de mi tesis de Magíster, realizada en Temuco, en el marco del Proyecto Enlaces, que la UFRO se adjudicó para su implementación en el sur del país. Este proyecto fue paradigmático en Chile: integró gestión informática y contenidos educativos para escuelas básicas y, más tarde, para liceos de todo el país, todo desarrollado desde región. En ese contexto trabajé en prototipos de juegos hipermediales, desarrollando un mecanismo semiformaI para la especificación de software educativo.

Con el inicio del siglo XXI advertimos que nuestros estudiantes de informática poseían sólidas habilidades técnicas, pero carecían de orientación hacia los negocios. Junto a la profesora Soledad Etchebarne, creamos la incubadora INCUBATEC, con apoyo del Instituto de Desarrollo Regional y de CORFO. Inicialmente fue una incubadora exclusiva para empresas de Tecnologías de la Información. Con el tiempo, evolucionó, se consolidó y se expandió hacia otras áreas tecnológicas y no tecnológicas. Lo relevante es que INCUBATEC se convirtió en un actor clave dentro del ecosistema regional de innovación, con una fuerte vocación por colaborar con emprendimientos de software, tal como sigue ocurriendo hoy.

En esa misma década lideré un proyecto para el Servicio de Salud Araucanía Sur, que combinaba desarrollo inicial con transferencia de conocimiento hacia un equipo interno. Desarrollamos los sistemas de Agenda Médica y Derivación de Pacientes. El equipo local no sólo quedó capacitado, sino que continuó generando nuevos desarrollos de vanguardia en Chile. Parte de ese equipo se independizó y formó un spin-off de TI con presencia en Chile, EE. UU. y España; otra parte permaneció en el SSAS, continuando con excelentes soluciones para el ámbito de la salud.

Más adelante, durante mi doctorado en la UPC en Barcelona, participé en el desarrollo de herramientas de software en el Departamento de Ergonomía. Allí, además de colaborar en proyectos concretos, publicamos trabajos científicos basados en los casos de estudio desarrollados. Desde entonces, mi rol como investigador ha estado siempre ligado al desarrollo de prototipos y a la supervisión de equipos. Recientemente, en la última Conferencia Iberoamericana de Ingeniería de Software (2025), en España, recibimos un galardón junto al colega Claudio Navarro, por un prototipo  generador del software de sistemas físico-cibernéticos.

¿Cómo visualiza el futuro del desarrollo de software en Chile, considerando el vínculo entre academia, industria y Estado?

Soy optimista. Los ingenieros en informática formados en universidades del CUECH son profesionales de gran nivel. Lo veo con nuestros propios estudiantes de Magíster en Ingeniería Informática que llegan de diversas universidades.

El vínculo Academia–Estado es, en mi opinión, sólido. Actualmente tenemos proyectos conjuntos con unidades estatales, municipios y gobiernos regionales. Ser una universidad estatal y contar con prestigio nacional sin duda facilita esa colaboración.

En cuanto al vínculo Academia–Industria, diría que fluye, aunque no sin desafíos. El sector privado suele mostrarse reticente a formalizar acuerdos, mientras que para nosotros ese aspecto es esencial antes de establecer vínculos. Por ello, gran parte de la relación se da de manera informal, especialmente a través de las prácticas profesionales, donde los estudiantes participan activamente en el desarrollo de software. En el ámbito curricular, el intercambio también es fructífero: directivos y gerentes de PYMES de software regionales colaboran ofreciendo retroalimentación sobre las competencias requeridas, lo que nos permite ajustar programas y asignaturas electivas de acuerdo con las demandas del sector.

El vínculo Industria–Estado, sin embargo, lo percibo más asimétrico, especialmente en regiones y municipios. Los equipos informáticos en el nivel local suelen ser pequeños y con escasa formación técnica. En la UFRO, nuestro grupo de investigación revisa licitaciones públicas de software, y la diferencia entre las elaboradas por ministerios (bien formuladas) y aquellas provenientes de municipios rurales (a menudo pobres e inconsistentes) es notoria. Esa asimetría entre quien compra y quien vende se traduce en soluciones que, muchas veces, no cumplen sus objetivos organizacionales. Es un problema histórico y, a estas alturas, estructural.

Con el propósito de fortalecer la industria regional de software, en 2009, junto al profesor Jorge Díaz, creamos el Centro de Estudios en Ingeniería de Software (CEIS). Quince años después, celebramos una industria local consolidada, con ventas nacionales e internacionales. Promovimos la creación de la Asociación de Pymes de Software (APSoft), impulsamos certificaciones y apoyamos otras iniciativas como Araucanía Digital. Hoy existe una industria organizada y competitiva, aunque la brecha persiste con proveedores no locales.

Creo que sería beneficioso establecer una superestructura colaborativa, que permita a los municipios pequeños actuar de manera conjunta e informada en sus decisiones tecnológicas.

Esta no es una realidad exclusiva de Chile. En México, por ejemplo, se ha desarrollado ampliamente el concepto de Soberanía Tecnológica, entendido como la capacidad del Estado para controlar sus propias soluciones tecnológicas. En Chile, veo un alto riesgo geopolítico: muchos municipios, hospitales y gobiernos regionales no controlan el software con el que gestionan datos secretos y públicos.

La Soberanía Tecnológica no es un asunto técnico, sino ético y político. Si el Estado no domina el software que maneja los datos de sus ciudadanos, renuncia a parte de su independencia estratégica. Como país, deberíamos avanzar hacia ese control, sobre todo, porque la ingeniería chilena tiene las capacidades de sobra.

¿Qué mensaje le gustaría entregar a las nuevas generaciones de profesionales en esta área?

Nuestra profesión es extraordinariamente versátil. Un ingeniero de software puede estar creando sistemas para la gestión de vida silvestre ornitológica o diseñando sistemas de tiempo real para el control de telescopios. Hay espacio en todos los dominios de conocimiento y aplicación.

A los nuevos profesionales les diría lo siguiente: he observado un exceso de foco en las “oportunidades”, como si el éxito dependiera de perseguir la tendencia del momento o la tecnología de moda. Creo que eso distrae del verdadero propósito: descubrir aquello que realmente les apasiona.

No concibo el trabajo como algo que uno soporta hasta poder irse a casa. En nuestra profesión, la curiosidad y la motivación son esenciales. No se puede ser ingeniero de software sin ser, además, autodidacta.

Por eso, mi consejo es que busquen aquello que disfrutan, donde quieran aportar y aprender. Si trabajan con pasión, la excelencia llegará; y con la excelencia, llegarán las oportunidades, incluso aquellas que hoy parecen no existir. No se distraigan por otras “oportunidades” que los saquen de su ruta, vayan por aquellas que sí están en su camino, aunque parezcan en su momento menos atractivas. El mejor camino, y por donde llegarán más lejos, es aquel que no tiene zigzags.

“Ingeniería de software en Chile: entre la rigurosidad técnica y la innovación ágil”

Cristian Orellana

 

¿Cómo se ha desarrollado su trayectoria en el ámbito del desarrollo de software?

Mi trayectoria profesional comenzó desarrollando software en el sur de Chile, donde cofundé una empresa dedicada a crear soluciones de software para clientes del sector público y privado. Esa etapa fue decisiva en mi carrera, ya que me permitió comprender de primera mano los desafíos de transformar una idea en un producto funcional y sostenible y, al mismo tiempo, valorar la importancia de las decisiones de diseño en la calidad y sostenibilidad del software. 

Después de varios años trabajando en la industria, quise profundizar en los fundamentos de la ingeniería de software. Cursé el Magíster en Tecnologías de la Información y luego el Doctorado en Ingeniería Informática en la Universidad Técnica Federico Santa María, donde enfoqué mi investigación en tácticas arquitectónicas para mejorar la confidencialidad de sistemas. 

Paralelamente, trabajé tanto en corporaciones como en startups en distintas etapas de crecimiento, y esa diversidad cambió mi forma de entender el desarrollo de software. En las corporaciones, uno aprende la importancia de la planificación y la coherencia técnica a largo plazo, pero en las startups el ritmo es diferente, ya que los productos cambian mucho mientras se construyen, las decisiones se toman con menos información y la arquitectura debe adaptarse a ese descubrimiento continuo. Con el tiempo, comprendí que ninguna de esas visiones es suficiente por sí sola. Hoy valoro mantener un equilibrio entre la rigurosidad técnica, que brinda estabilidad, y la flexibilidad, que permite innovar sin perder el rumbo.

¿Podría compartir algunos hitos relevantes o experiencias significativas en esa trayectoria?

Uno de los hitos más importantes fue mi colaboración con el Ministerio de Salud de Chile, donde asesoré la arquitectura tecnológica de EPIVIGILA, la plataforma nacional de notificación y trazabilidad de casos de COVID-19. Fue un desafío enorme, ya que había que garantizar la seguridad, la disponibilidad y la escalabilidad en un sistema crítico que operaba bajo una presión sanitaria sin precedentes. 

Posteriormente, en Betterfly, lideré la creación y consolidación de las áreas globales de Arquitectura TI y Seguridad de la Información para apoyar la rápida expansión tecnológica de la compañía, que llegó a operar en siete países de Latinoamérica y Europa. El desafío consistía en diseñar una arquitectura capaz de escalar con el crecimiento del negocio, integrando nuevos productos al ecosistema tecnológico sin perder coherencia ni fiabilidad. Fue una etapa exigente y formativa, donde la arquitectura dejó de ser un componente técnico para convertirse en una herramienta estratégica, permitiendo que la empresa creciera sobre una base tecnológica sólida, segura y alineada con su visión global.

Actualmente lidero el área de tecnología en Liricus, una compañía con presencia en varios países, dedicada al desarrollo de software y productos digitales para el deporte y la salud. En Liricus construimos soluciones en tres pilares fundamentales: rendimiento deportivo de atletas, gestión y conexión con los fans, y herramientas para ejecutivos y organizaciones. Es un entorno desafiante, donde combinamos ingeniería, datos y experiencia de usuario para impulsar el crecimiento del ecosistema deportivo. Hoy Liricus atraviesa una etapa clave, con proyectos de alto potencial y en búsqueda de inversión para escalar internacionalmente. Es, sin duda, el mayor desafío de mi carrera, porque me exige integrar todo lo aprendido, desde la tecnología hasta la estrategia y la gestión de equipos. 

Por otro lado, el trabajo en investigación y docencia también ha sido una parte esencial de mi desarrollo profesional. Esa interacción constante entre industria y academia me ha permitido mantener una visión equilibrada y actual de la ingeniería de software, entendida no solo como una disciplina técnica, sino como un espacio donde el conocimiento y la experiencia convergen para generar impacto real. Además, participar activamente en la comunidad académica y profesional, tanto a nivel local como internacional, me ha permitido contrastar perspectivas, compartir aprendizajes y comprender mejor cómo se están abordando los desafíos del software en distintos contextos.

¿Cómo visualiza el futuro del desarrollo de software en Chile, considerando el vínculo entre academia, industria y Estado?

Creo que el desarrollo de software en Chile está en un punto de madurez interesante. Hay talento, motivación y una comunidad cada vez más consciente de la importancia de hacer las cosas bien, pero aún queda camino por recorrer para consolidar buenas prácticas de ingeniería que sostengan el crecimiento del sector. Todavía se confunde velocidad con progreso, y eso a veces nos aleja de lo esencial: diseñar sistemas bien pensados, seguros y mantenibles, capaces de escalar sin perder calidad. 

En los últimos años, la automatización de procesos y la inteligencia artificial han acelerado la manera en que se desarrolla software, permitiendo a las empresas chilenas entregar productos con mayor rapidez y alcance. Pero más allá de la tecnología, el desafío está en convertir esas capacidades en ventajas sostenibles, impulsando ecosistemas donde la ingeniería de software no solo responda a la demanda, sino que actúe como motor de innovación. Para eso se requiere una visión país que promueva la formación avanzada, la investigación aplicada y la colaboración efectiva entre sectores. 

El Estado debe fortalecer los mecanismos de transferencia tecnológica y generar políticas que faciliten la innovación y el desarrollo de productos competitivos sin depender exclusivamente de soluciones extranjeras. Hoy la colaboración entre academia, industria y Estado sigue siendo limitada, cuando debería ser estructural. En ese sentido, acelerar la conexión entre investigación y práctica, y asegurar condiciones de apoyo y financiamiento para escalar desarrollos tecnológicos, es clave para que Chile pueda transformar su talento en soluciones competitivas y de alto impacto.

¿Qué mensaje le gustaría entregar a las nuevas generaciones de profesionales en esta área?

Les diría que estamos viviendo un momento único para quienes trabajamos en ingeniería de software. La inteligencia artificial está cambiando la manera en que innovamos y construimos tecnología, ya que acelera el desarrollo, amplía lo que podemos hacer y nos obliga a pensar distinto. Hoy es posible diseñar, desarrollar, probar y desplegar soluciones con una rapidez impensada hace pocos años. Esa capacidad de innovación se está extendiendo a sectores tales como robótica, medicina, energía, biotecnología, entre otros. En todos ellos, el software está en el centro, permitiendo avances que antes solo imaginábamos. 

En Chile existe capacidad técnica para ser parte activa de esa transformación. Cada vez más equipos trabajan desde aquí en proyectos globales, y eso demuestra que el talento chileno en ingeniería de software ya compite de igual a igual en el escenario internacional. Es un buen momento para atreverse a construir, investigar y liderar iniciativas, porque los próximos años definirán una nueva forma de entender la tecnología, y quienes decidan involucrarse desde ahora no solo serán testigos de ese cambio, sino que serán los protagonistas del mismo.

A 50 años de su creación: Los nuevos desafíos del Departamento de Ciencias de la Computación de la U. de Chile

Este 2025, el Departamento de Ciencias de la Computación (DCC) de la Universidad de Chile celebra 50 años de historia. Bajo la consigna “Celebramos nuestra historia. Construimos el futuro”, la conmemoración invita a reflexionar sobre los logros alcanzados y los desafíos que enfrenta la disciplina en el presente y en las próximas décadas.

De los primeros computadores al DCC

La historia del DCC se origina en los esfuerzos previos de la Universidad de Chile por impulsar la computación, con la instalación de los primeros computadores universitarios —el ER-56 “Lorenzo”, seguido del IBM/360 y el IBM/370— que permitieron las primeras experiencias de docencia e investigación en el área.

En 1973 se propuso el Magíster Interdepartamental en Ciencias de la Computación, uno de los primeros programas de postgrado en el país. Oficialmente, el DCC se creó en enero de 1975 y desde el inicio, impartió cursos de introducción a la computación y asumió la carrera de Ingeniería de Ejecución en Procesamiento de la Información. La Ingeniería Civil en Computación llegó en 1983 y el Doctorado en 1997.

Hitos que marcaron la computación chilena

Desde sus inicios, el DCC ha impulsado avances tecnológicos de relevancia nacional y regional. Uno de los pioneros fue BIRDS, el primer software comercial desarrollado en Chile, lanzado en 1981. “Tempranamente mostró que podíamos desarrollar software de calidad mundial”, recuerda José Pino, impulsor del proyecto.

En 1984, los profesores José Miguel Piquer y Patricio Poblete enviaron el primer correo electrónico del país, abriendo la puerta a la conexión de Chile con el mundo digital y sentando las bases de lo que más tarde se convertiría en NIC Chile. Años después, en 1992 realizarían la primera conexión directa a Internet y en 1993, Piquer y un grupo de estudiantes desarrollaron la primera página web chilena: www.dcc.uchile.cl.

Con el tiempo, NIC Chile se consolidó como un actor central en la gobernanza de Internet en el país, asegurando un servicio robusto y participando en instancias globales como LACTLD e ICANN. Además de administrar el dominio .CL, impulsó innovaciones como el sistema de resolución de controversias por arbitraje y proyectos de conectividad en zonas aisladas, como Yafún. También colaboró en desarrollos estratégicos como la factura electrónica y en iniciativas de formación en gobernanza digital. Bajo su alero nació NIC Chile Research Labs, orientado a investigación y transferencia tecnológica en redes y conectividad.

Investigación con impacto social

Hoy, el DCC aborda desafíos que combinan lo técnico y lo social, impulsando investigación aplicada en inteligencia artificial segura y responsable, ciencia de datos para el interés público y tecnologías para la preservación cultural y educativa. Sus académicos desarrollan herramientas para proteger la privacidad, fortalecer la soberanía tecnológica y ampliar el acceso a información y servicios. A lo anterior se suman los avances en visión computacional y tecnologías para la rehabilitación, junto con nuevas metodologías en ingeniería de software que mejoran la colaboración, la accesibilidad y las buenas prácticas en la industria. Todo lo anterior basado en investigación y enseñanza de los fundamentos, donde destacan las áreas de algoritmos y lenguajes de programación.

Este trabajo se realiza en permanente colaboración con centros de investigación nacional como NIC Labs, el Instituto Milenio Fundamentos de los Datos (IMFD), el Centro Nacional de Inteligencia Artificial (CENIA), la Iniciativa de Datos e Inteligencia Artificial (IDIA) de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la U. de Chile, además de otras universidades, organismos públicos y privados y centros internacionales de investigación en computación.

El DCC no solo investiga, sino que también aporta a políticas públicas y servicios estatales. Como ejemplo de esto, en 2024, un equipo liderado por Alejandro Hevia diseñó una estrategia digital para los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP), estableciendo estándares tecnológicos y fomentando el trabajo en red entre instituciones. Además, sus académicos y académicas han tenido participación en la elaboración de las leyes de ciberseguridad y protección de datos.

Formación de talento consciente

Por otra parte, el DCC tiene como misión formar a las nuevas generaciones del área con una base científica y tecnológica sólida, pero también con una profunda conciencia de su responsabilidad social y compromiso con el país. “Hoy en día, el DCC es un árbol fuerte y joven, listo para dar más frutos, y listo para crecer más, junto con este bosque”, afirma su director, Aidan Hogan. Esta visión se materializa en una formación que abarca fundamentos de la computación, ingeniería de datos, inteligencia artificial, ingeniería de software, sistemas, seguridad y privacidad, computación centrada en las personas y educación en computación, fortalecida por el desarrollo de habilidades sociales y comunicacionales que facilitan el trabajo en entornos colaborativos y multidisciplinarios.

Con este enfoque integral, la carrera forma ingenieras e ingenieros capaces de concebir, diseñar y desarrollar soluciones tecnológicas de avanzada, aplicando criterios científicos y éticos en problemas de distinta naturaleza y complejidad. En síntesis, se forman profesionales que combinan excelencia técnica con una vocación pública orientada a generar impacto social.

Mirando hacia el futuro

Académicos y académicas coinciden en que los próximos años estarán marcados por la inteligencia artificial, la ciberseguridad y la soberanía tecnológica. Para Aidan Hogan, la pregunta clave es: “¿Qué futuro queremos construir con la computación?”.

Cecilia Bastarrica destaca que la IA está resolviendo problemas antes muy difíciles y nos obliga a replantear los límites de la disciplina. “El ser humano sigue en el centro, y debemos orientar este desarrollo de forma consciente y creativa”, afirma.

Jocelyn Simmonds señala que el desafío es integrar estas tecnologías en sistemas existentes sin perder calidad ni seguridad, mientras que Sergio Ochoa destaca que la ingeniería de software se está reinventando gracias a la IA, fortaleciendo la gobernanza y el aseguramiento de la calidad.

A 50 años de su creación, el DCC de la Universidad de Chile continúa impulsando la investigación, la formación y la vinculación tecnológica, contribuyendo al desarrollo científico y digital del país.

47 Años de Informática en la USM: Liderazgo, Formación e Impacto Nacional

La Universidad Técnica Federico Santa María (USM), fundada en Valparaíso en 1931, fue pionera en Chile al crear en 1975 el Departamento de Ciencias de la Computación, que en 1980 pasó a denominarse Departamento de Informática (DI). En 2002, el DI se extendió a Santiago, primero en el Campus Vitacura, para luego establecerse definitivamente en el Campus San Joaquín en 2009. Desde entonces, ha liderado la formación en informática en Chile, con programas de pregrado y postgrado acreditados por la Comisión Nacional de Acreditación (CNA): Ingeniería Civil Informática (primera en su tipo de Chile y certificada bajo el acuerdo de Washington hasta 2031), Magíster en Ciencias de la Ingeniería Informática (posgrado científico, creado en 1992 y acreditado hasta 2029), Doctorado en Ingeniería Informática (iniciado en 2003, acreditado hasta 2025 y articulado con el magister científico) y Magíster en Tecnología de la Información (de carácter profesional iniciado en 2004 que recibió una acreditación de 8 años concluida en 2024). Estas acreditaciones no solo ponen a prueba las capacidades y forma de trabajo del equipo humano, sino también agregan valor a los títulos profesionales y grados científico-profesionales entregados por este Departamento. Así, el Departamento de Informática contribuye a la formación de profesionales e investigadores de excelencia, fortaleciendo la ciencia e ingeniería informática y su vinculación con el entorno nacional e internacional. 

Historia

El desarrollo de la Ingeniería Informática en la USM comienza con la creación del Centro de Computación en 1963 y la adquisición en 1964 de su primer computador, un IBM-1620, constituyéndose así en un centro pionero en Chile. Su primer director fue el profesor Wolfgang Riesenkönig, quien había participado en la instalación del primer computador digital universitario del país en la Universidad de Chile y que vino desde Alemania para ello.

La USM tuvo un rol clave en la expansión en los primeros años de la computación en Chile: en 1967 participó en la fundación de la Asociación Chilena de Computación y Tratamiento de la Información (ACHITI) y en 1968 organizó el Primer Encuentro Nacional de Computación.  

A comienzos de los años ’70 se reconoce el impacto transversal del Centro en las distintas áreas del quehacer universitario. Es así como el crecimiento del Centro lleva a organizarse en dos secciones centrales: Procesamiento de Datos (Centro de Cómputo) y Docencia. Poco tiempo después, se agrega una tercera sección de Ingeniería y Extensión; y posteriormente, una cuarta, encargada de desarrollar para la USM sus propios sistemas de información y aplicación. Reconociendo esta realidad, en 1972, el Centro se convierte en el Departamento de Computación, con el objetivo de seguir desarrollando la labor iniciada por el Centro, pero en un ámbito bastante más extenso.  

En 1973, una iniciativa académica en la USM permite crear, asociado al Departamento de Computación, el primer programa de postgrado en Chile vinculado a la Informática: el Programa de Magíster en Ciencias de la Computación e Informática, que tiene una efímera vida a raíz de la intervención militar en el país y en la USM en 1973. En 1974 se crean las carreras de Técnico en Programación de Computadores e Ingeniería de Ejecución en Sistemas de Información, admitiendo a nuevos estudiantes a partir de 1975. Se comienza así a gestar el nacimiento de una unidad académica regular en la USM, que recoge y hereda la experiencia de una década de funcionamiento del Centro y posterior Departamento de Computación. 

Así, en 1975, el Departamento se dividió en dos unidades: el Departamento de Ciencias de Computación (posteriormente Departamento de Informática) y el Departamento de Procesamiento de Datos, enfocado en servicios informáticos. Este último evolucionó hasta convertirse en la actual Dirección General de Tecnologías (DGT). 

Desafíos hacia el futuro 

La informática forma parte esencial de la vida cotidiana de gran parte de la población mundial. Con el paso del tiempo, los desafíos de la disciplina evolucionan y se adaptan tanto a las condiciones del entorno como a las crecientes capacidades de las tecnologías que utilizamos. En este contexto, resulta fundamental mantener una conexión constante entre quienes se desarrollan en el ámbito informático y las necesidades reales de la sociedad. Por ello, en todos los programas impartidos por el Departamento de Informática de la USM el objetivo es claro: formar profesionales con una sólida preparación científica y técnica, comprometidos con su entorno y capaces de aportar soluciones desde su disciplina. Un ejemplo emblemático de esta formación y vinculación es la Feria de Software que, desde hace 33 años, exhibe a la comunidad proyectos desarrollados por estudiantes de la carrera Ingeniería Civil Informática que están próximos a egresar. Estos proyectos están orientados a resolver problemáticas reales mediante productos de software innovadores. 

De esta manera, el Departamento de Informática, a través de sus programas de pregrado y postgrado, su destacada labor de investigación —reflejada en proyectos con financiamiento externo y publicaciones científicas de alto nivel— y sus actividades de vinculación con el medio —a través de asesorías, consultorías y diplomados en áreas de alto impacto—, continúa contribuyendo al desarrollo local, nacional y global. Esta labor es posible gracias al trabajo conjunto de sus profesores, su equipo de colaboración, sus estudiantes y su extensa comunidad. 

Desde su misión como agente de cambio, con bases científicas, tecnológicas e ingenieriles sólidas, y una mirada interdisciplinaria orientada a la resolución de problemas y la generación de oportunidades, el Departamento busca fortalecer la articulación interna y externa con áreas afines, e impulsar la creación de un centro de desarrollo que juegue un rol estratégico en los desafíos del siglo XXI, tal como lo hizo en los años sesenta el pionero Centro de Computación de la USM. 

Profesores Nicolás Rojas Morales, Marcello Visconti Zamora y Claudio Lobos Yáñez.

El Departamento de Ingeniería Informática y Ciencias de la Computación de la Universidad de Concepción: seis décadas de innovación y transformación tecnológica

La Universidad Técnica Federico Santa María (USM), fundada en Valparaíso en 1931, fue pionera en Chile al crear en 1975 el Departamento de Ciencias de la Computación, que en 1980 pasó a denominarse Departamento de Informática (DI). En 2002, el DI se extendió a Santiago, primero en el Campus Vitacura, para luego establecerse definitivamente en el Campus San Joaquín en 2009. Desde entonces, ha liderado la formación en informática en Chile, con programas de pregrado y postgrado acreditados por la Comisión Nacional de Acreditación (CNA): Ingeniería Civil Informática (primera en su tipo de Chile y certificada bajo el acuerdo de Washington hasta 2031), Magíster en Ciencias de la Ingeniería Informática (posgrado científico, creado en 1992 y acreditado hasta 2029), Doctorado en Ingeniería Informática (iniciado en 2003, acreditado hasta 2025 y articulado con el magister científico) y Magíster en Tecnología de la Información (de carácter profesional iniciado en 2004 que recibió una acreditación de 8 años concluida en 2024). Estas acreditaciones no solo ponen a prueba las capacidades y forma de trabajo del equipo humano, sino también agregan valor a los títulos profesionales y grados científico-profesionales entregados por este Departamento. Así, el Departamento de Informática contribuye a la formación de profesionales e investigadores de excelencia, fortaleciendo la ciencia e ingeniería informática y su vinculación con el entorno nacional e internacional. 

Un año más tarde, el centro pasó a denominarse Centro de Ciencias de Computación e Información (CCCI), integrando un pequeño grupo de profesionales de la Casa Central encargados de los equipos del Centro de Cómputos, quienes en ese entonces utilizaban máquinas Unidad Record (UR).

A partir de 1970, el CCCI comenzó a impartir la carrera de Programador de Computadores, un programa vespertino de tres años, con el requisito previo de estar trabajando en un área afín al momento de iniciar.

En 1977, el centro se dividió en dos unidades: docencia y servicios. La primera dio origen al Instituto de Ciencias de Computación e Informática (ICCI), que mantuvo la carrera de Programador de Computadores y, desde marzo del mismo año, sumó la de Ingeniería de Ejecución en Computación e Informática, que llegó a titular a 278 profesionales.

Durante 1978, en un contexto nacional donde no existían programas de especialización en informática, la UdeC, junto con las universidades de Chile, Técnica del Estado y Católica de Chile, y con el apoyo de CRECIC y ECOM, impulsaron el Plan Nacional de Capacitación Intensiva de Procesamiento de Datos (PLANACAP), que otorgaba el diploma de Analista de Sistemas.

Edificio Instituto de Ciencias de Computación e Informática hasta 1980

En 1980, el ICCI se integró a la Facultad de Ingeniería bajo la nueva denominación de Departamento de Ingeniería de Sistemas (DIS). Este continuó ofreciendo Ingeniería de Ejecución en Computación e Informática hasta 1983, año en que se consolidó la apertura de la carrera de Ingeniería Civil Informática, inaugurada en 1982. En paralelo, desde 1984, se habilitó un plan especial para el ingreso a Ingeniería Civil Industrial, dirigido a licenciados en ingeniería con al menos cuatro años de estudios aprobados.

Para 1985, ya se contaban los primeros cuatro egresados de Ingeniería Civil Informática, quienes provenían de la carrera de Ingeniería de Ejecución en Informática y completaron el nuevo plan de estudios.

Tomando en cuenta las nuevas carreras de Ingeniería civil Informática e Industrial, y la incorporación de nuevos académicos al DIS, se tomó la decisión de dividir el organismo con el objetivo de que ambas disciplinas lograran desarrollarse con mayor facilidad. En julio de 1993, el DIS se dividió oficialmente, dando origen al Departamento de Ingeniería Industrial (DII) y al actual Departamento de Ingeniería Informática y Ciencias de la Computación (DIICC). Ese mismo año se creó el Magíster en Ciencias de la Computación (MCC), destinado a formar investigadores capaces de desarrollar y transferir conocimiento avanzado en el área al sector productivo público y privado.

En 2007, el DIICC impulsó la creación del Doctorado en Ciencias de la Computación (DCC), oficializado en 2009. El programa comenzó a impartirse en 2010 y ha graduado hasta la fecha a 10 doctores, fortaleciendo el cuerpo académico y promoviendo la colaboración internacional.

Hoy, el DIICC se consolida como un referente nacional en educación, investigación y aplicación tecnológica. Desde su fundación, ha formado 866 ingenieras e ingenieros civiles informáticos, quienes se desempeñan en Chile y en el extranjero. Isabel Villavicencio, Ingeniería Civil Informática egresada de la casa de estudios, destaca que el Departamento tuvo “buenos profesores, accesibles, ejemplificadores”, además de agregar que la institución entregaba la oportunidad a los estudiantes de acceder a infraestructura vital para la formación para quienes no tenían computador en casa.

Por su parte el ingeniero Cristian Orellana también alabó la labor del Departamento: “En mi caso personal, además de darme las herramientas y contenidos necesarios que formaron la fundación de mi base profesional (la teoría detrás de cosas como modelado, gestión, arquitectura de sw, etc) también el DIICC aportó con buenos profesores con quienes podía profundizar los temas y sobretodo oportunidades para desarrollar la parte práctica que complementa a la teórica vía ayudantías , trabajo en laboratorios de computación, etc. Otro aporte que valoro harto era el patrocinio que daban para ir a las jornadas de computación.”

Ricardo Segovia recuerda su formación destacando las herramientas que aprendió durante esta para el futuro: “En mi caso, me aportó en herramientas y metodologías de procesos para abordar los desafíos de emprender de manera independiente, como también fortalecer habilidades blandas para manejar entornos sociales y profesionales.”

La actual directora del Departamento de Ingeniería Informática y Ciencias de la Computación, Marcela Varas, señala que “En nuestro departamento cautelamos atraer y desarrollar el talento, considerando el capital estratégico que significa la computación y la informática en el desarrollo económico y social. Nos esforzamos por mejorar la sociedad día a día a través de la formación, la investigación, la transferencia tecnológica y la vinculación con un arraigo territorial desde el Biobío.”

 

Marcela Varas, Directora del Departamento de Ingeniería Informática y Ciencias de la Computación UdeC.

Con programas de pregrado y postgrado articulados, el departamento continúa a la vanguardia en áreas como la Inteligencia Artificial, impulsando investigación, innovación y vinculación con el entorno, fiel a una trayectoria de casi seis décadas de transformación constante. Hoy se mantienen atentos a las necesidades de la comunidad a través de sus canales de comunicación, correos electrónicos y redes sociales enfocadas en la difusión e información.

 

Desarrollo de software en la era cuántica:
avances y desafíos

Autor:
samuel.sepulveda@ufrontera.cl

Dpto. Cs. Computación e Informática, Universidad de La Frontera

El desarrollo de software implica traducir problemas en soluciones. Capturar requisitos, diseñar arquitecturas, implementar, probar y desplegar. Este proceso ha madurado durante décadas con prácticas, marcos y herramientas bien asentadas. Hoy, la computación cuántica introduce un nuevo tipo de cómputo que no viene a reemplazar a la computación clásica, sino que la complementa. Comprender qué cambia —y qué permanece— es clave para formar a los nuevos profesionales y decidir con criterio cuándo vale la pena incorporar lo cuántico.

La ingeniería de software clásica persigue resultados deterministas en plataformas conocidas. En cambio, los computadores cuánticos siguen reglas probabilísticas y actualmente están sujetos a ruido. Esto no invalida nuestras buenas prácticas: las reinterpreta. Requisitos siguen siendo necesarios, pero ahora incluyen métricas como número de qubits o profundidad de circuito; el diseño arquitectónico persiste, pero se vuelve híbrido (componentes clásicos y cuánticos); y las pruebas adoptan una estimación estadística y repetición de ejecuciones.

La ingeniería de software cuántica aplica principios de la ingeniería de software para especificar, construir, verificar y operar aplicaciones que integran recursos cuánticos. Su objetivo no es “programar compuertas” en abstracto, sino lograr sistemas útiles, confiables y trazables en entornos reales. Esto considera nuevas decisiones y herramientas como la selección de backend, mitigación de errores, transpiladores, etc.

En la práctica, el desarrollo cuántico–clásico exige tres capacidades: primero, traducir circuitos cuánticos a topologías físicas, considerando su profundidad, fidelidad de puertas y tiempos de decoherencia; segundo, verificación y pruebas estadísticas, considerando criterios de convergencia y robustez; tercero, portabilidad e interoperabilidad, es decir, abstraerse de los backends y SDKs.

Se suman desafíos de observabilidad cuántica. La trazabilidad de circuitos –desde la especificación de alto nivel hasta la ejecución física– demanda metadatos versionados de calibraciones, mapas de acoplamiento y tasas de error. Surgen así prácticas análogas a MLOps, denominadas QOps: gestión de artefactos (circuitos, transpilers, layouts), orquestación de experimentos y control de variaciones entre ejecuciones. Este enfoque es clave para convertir proofs of concept en software confiable y auditable a escala.

En términos de arquitecturas, el futuro es híbrido: kernels cuánticos relacionados con aplicaciones clásicas para tareas intensivas en cómputo. El diseño de estas aplicaciones debe considerar aspectos de calidad no tradicionales, así como estrategias de mitigación de errores.

En Chile ya se observan pasos concretos. En la Universidad de La Frontera, iniciativas académicas y de divulgación están articulando formación, equipamiento y comunidad. Esto incluye la integración de un computador cuántico programable para la docencia, un electivo de especialización en computación y programación cuántica, redes de colaboración y actividades de extensión que acercan estas tecnologías al ecosistema local. Estas experiencias ilustran el tránsito desde la sensibilización hacia la práctica formativa y la investigación aplicada, habilitando perfiles con base en computación y comprensión de fenómenos físicos relevantes para el stack cuántico.

Por otro lado, se deben considerar criterios de sostenibilidad. El consumo energético de infraestructuras cuánticas versus el beneficio de acelerar cómputos obliga a priorizar casos de uso con valor neto comprobable. Para capitalizar estos avances, se sugieren líneas de acción para la comunidad de desarrollo de software, que incluyen: formación y capacitación; herramientas; buenas prácticas; y vinculación entre la academia, empresas y agencias públicas.

En síntesis, el desarrollo de software en la era cuántica no consiste sólo en aprender el nuevo lenguaje de moda, sino en redefinir el oficio: diseñar, verificar y operar sistemas donde la incertidumbre es un insumo y la arquitectura es intrínsecamente híbrida. Las experiencias locales y esfuerzos formativos muestran que el momento de estructurar capacidades es ahora; quien logre combinar un dominio conceptual, la comprensión del hardware y la aplicación de técnicas de ingeniería dispondrá de ventajas decisivas cuando el hardware madure.

Autoría: Dr. Samuel Sepúlveda Cuevas (Universidad de La Frontera, Departamento de Ciencias de la Computación e Informática; samuel.sepulveda@ufrontera.cl).

Declaración de uso de IA: Se emplearon herramientas de apoyo basadas en Inteligencia Artificial para la creación/edición de las figuras de apoyo y para el ajuste de estilo del texto, según las indicaciones editoriales del Boletín Informativo SCCC (edición diciembre 2025).

Búsqueda multi-objetivo en ingeniería de software

Autora:
elizabeth.montero@usm.cl

Departamento de Informática, Universidad Técnica Federico Santa María

La ingeniería de software es crucial hoy, desde el dispositivo en que lees esto hasta complejos sistemas de telemedicina y control aéreo requieren sistemas de software a diario. El mejoramiento continuo de los procesos de desarrollo es entonces crucial en todo orden de cosas. Desde sistemas inicialmente sencillos, el crecimiento tecnológico promueve el desarrollo de sistemas cada vez más complejos. Por su parte, los algoritmos de búsqueda como las metaheurísticas han demostrado ser capaces de obtener soluciones de calidad en problemas complejos en diversos ámbitos de interés como lo son típicamente logística, medicina, ingeniería en general y también en ingeniería de software. Estos métodos encuentran soluciones de calidad en tiempos acotados en casos de gran tamaño y/o complejidad. Usualmente optimizan un único criterio, mientras que los acercamientos multi-objetivo buscan optimizar varios objetivos a la vez.

El área de aplicación de algoritmos de búsqueda en ingeniería de software se conoce como “ingeniería de software basada en búsqueda” (en inglés Search-based Software Engineering). Su propósito fundamental es mejorar la calidad de los sistemas de software, corregir errores y facilitar el trabajo de los desarrollares. La investigación en el área se puede clasificar de acuerdo a la fase del proceso en que aparece: (1) la planificación de proyectos de software en la etapa de gestión, (2) la selección de características óptimas en la etapa de diseño, (3) la generación de casos en la fase de pruebas y (4) el agrupamiento de módulos en la etapa de mantenimiento.

La planificación de proyectos de software es a una variante del problema de planificación de proyectos en general. En estos se consideran tareas a realizar, sus esfuerzos asociados, sus dependencias y asignaciones de recursos. El problema puede ser considerado un problema de optimización que busca determinar la asignación óptima de tareas a empleados y su orden de ejecución. Inicialmente se presentan acercamientos basados en algoritmos genéticos para resolver versiones mono-objetivo del problema. Cerca del año 2010 aparecen propuestas multi-objetivo basados en SPEA2, NSGA-II y PAES (Coello, 2007). Los estudios consideran diversas variantes respecto a las restricciones y objetivos considerados. En la literatura se consideran típicamente objetivos como minimización de costos, duración, robustez y maximización de estabilidad.

La selección de características óptimas busca determinar los componentes de arquitecturas de sistemas para propósitos generales pre-establecidos. Estas definen los elementos comunes y variables del sistema y sus relaciones de obligatoriedad, opcionalidad, exclusividad e inclusividad. El problema es complejo especialmente en sistemas grandes, el kernel de Linux incluye más de 6000 características. Las propuestas de solución se basan en SPEA2, NSGA-II e IBEA optimizando correctitud, costos, defectos conocidos, uso y riqueza de características.

La generación de casos de pruebas considera generación, selección, priorización y minimización de conjunto de pruebas. La generación busca definir casos que cubran todos los componentes del código. La selección se centra en identificar subconjuntos que permitan cumplir los requisitos. La priorización implica clasificar los casos para guiar el proceso de manera efectiva. La minimización busca descartar casos redundantes o ineficaces. El uso de técnicas de búsqueda se ha visto impulsado por la disponibilidad de frameworks como EvoSuite y Randoop (Yuste et al, 2025) que implementan algoritmos de búsqueda local y acercamientos multi-objetivo. Uno de los casos más notables en esta área lo constituye Sapienz (Mao et al., 2016) que fue integrado al proceso de desarrollo de Facebook.

El mantenimiento de software busca proporcionar soporte costo-eficiente a los sistemas, garantizando su capacidad continua para prestar servicios. Los proyectos de software se pueden representar mediante grafos de dependencia de módulos. El problema se puede entender como un agrupamiento en conjuntos disjuntos de los vértices del grafo. Acá destacan propuestas clásicas como hill-climbing y simulated annealing y otras más modernas basadas en búsqueda local iterada y algoritmos evolutivos. Algunos acercamientos clásicos como NSGA-II, HypEA y MPSO maximizan el agrupamiento y balanceado del tamaño de los grupos conjuntamente.

Los avances en tecnología impulsan el crecimiento constante de las posibilidades de desarrollo de software y, a la vez, las problemáticas de interés desde el punto de vista de la ingeniería de software basada en búsqueda. Hasta hoy, diversas aplicaciones han demostrado las posibilidades de estos métodos en el área desde el punto de vista de investigación y desarrollo.

Evolución de un curso capstone que promueve el desarrollo de proyectos Informáticos: caso Feria de Software USM

Autor:
Pedro.godoy@usm.cl

Departamento de Informática – Universidad Técnica Federico Santa María

La mejora continua es un paradigma de calidad que obliga a las organizaciones a reflexionar y mejorar en cada iteración, su aplicación permite ir aplicando cambios con el objetivo de obtener mejores resultados. Es en base a este paradigma que las asignaturas de Gestión de Proyectos informáticos y Taller de desarrollo de Proyectos Informáticos se han ido depurando hasta convertirse en asignaturas capstone de la carrera Ingeniería Civil en Informática, es decir, asignaturas que tienen por objetivo integrar, aplicar y evidenciar las competencias adquiridas a lo largo de la carrera, mediante el desarrollo de un proyecto real de Ingeniería Informática, en un contexto de vinculación con la industria y/o comunidad o el emprendimiento tecnológico.

El cambio experimentado en estos cursos va de la mano con la evolución de la Ingeniería de software, y se puede evidenciar en los inicios de estos cursos, por allá a finales de la década de los 90, cuando los estudiantes desarrollaban sus proyectos desde cero, generando cada una de las líneas de código e interfaces con programas como Dreamweaver, Photoshop u otros de la familia Macromedia. En cambio, actualmente pueden elegir el framework con el cual van a trabajar y con ellos reducir muchos de los pasos que anteriormente se debían realizar, evidenciando la madurez que han ido desarrollando los procesos y herramientas con los cuales se está desarrollando software en las organizaciones al día de hoy.

Los proyectos que se han desarrollado en las asignaturas que conducen al evento Feria de Software, han experimentado las diferentes metodologías de desarrollo de software, pasando por el clásico ciclo de vida en cascada, desarrollo iterativo, hasta actualmente el enfoque de desarrollo ágil, en concreto SCRUM. En el desarrollo de sus proyectos los estudiantes han debido lidiar con la rigidez de la definición de los requisitos de usuario, en las primeras versiones, hasta la adaptación continua a las necesidades cambiantes de los usuarios, debiendo desarrollar mejores técnicas de negociación con sus clientes/usuarios reales con los cuales deben interactuar durante esta experiencia que dura por lo menos 9 meses.

Hoy en día, los proyectos desarrollados buscan resolver un problema complejo de ingeniería, enfocado en el desarrollo de al menos uno de los objetivos de desarrollo sostenible y ser innovador. Siendo esta última característica validada por un jurado externo que evalúa la propuesta de solución al problema definido. Una vez se tiene la aprobación de la solución propuesta, los equipos deben trabajar con el cliente/usuario (real) con quién validaron su problema, para definir el alcance del proyecto, mediante la definición, priorización de las historias de usuarios que se llevarán a cabo a lo largo de estas asignaturas, para finalmente desarrollar un producto mínimo viable que mitigue el riesgo principal de su proyecto.

En la segunda parte del curso viene la etapa de implementación de los proyectos en donde los estudiantes buscan aplicar las arquitecturas modernas para sus proyectos, destacando la de microservicios, API-FIRST y contenedores (Docker, Kubernetes), buscando mejorar el rendimiento de sus proyectos con un enfoque de interoperabilidad y escalabilidad horizontal, evitando trabajar con sistemas monolíticos. Mediante el desarrollo de 3 Sprint, los estudiantes deben lograr finalizar el proyecto, teniendo como premisa el desarrollo centrado en la interacción humano-computador, pudiendo validar sus desarrollos en los laboratorios de experiencia usuaria dispuestos para estos fines.

El proyecto finaliza con la exposición de los productos desarrollados en el evento Feria de Software (www.feriadesoftware.cl) en donde los estudiantes exponen sus prototipos funcionales a un público variado, incluido un jurado externo a la asignatura, que se encarga de evaluar la calidad del producto y el grado de innovación presentado en su proyecto. El curso finaliza con la retrospectiva de la experiencia vivida a lo largo del año a cada proyecto, debiendo entregar un documento con las principales cosas que se hicieron bien, las que se hicieron mal y cuáles serían las oportunidades de mejoras, siendo este output, un documento vital para los estudiantes que inician los cursos capstone, el año que viene.

Como desafío para las nuevas versiones queda revisar la forma en la cual se puedan desarrollar actividades o entregables que busquen potenciar la etapa de la mantención del producto de software desarrollado, dado que la literatura indica que la mayoría de los cursos capstone implementados se enfocan en la práctica de los procesos iniciales del ciclo de desarrollo, dejando de lado la etapa que más dura en el ciclo de vida de un producto de software, la mantención.

Cuando la Inteligencia Artificial (IA) acelera el código pero frena las habilidades humanas

Autores:
italo.donoso@ucn.cl
jcicci@gmail.com

Departamento de Ingeniería de Sistemas y Computación, Universidad Católica del Norte

La ingeniería de software engloba el conjunto de técnicas, metodologías y buenas prácticas necesarias para desarrollar productos de software de calidad. El término “ingeniería” no es casual: implica la aplicación rigurosa del método ingenieril para crear soluciones que respondan a las necesidades de individuos, grupos u organizaciones. Esta disciplina ha experimentado transformaciones constantes; recientemente la aparición de la Inteligencia Artificial.

Herramientas como ChatGPT, Claude y GitHub Copilot han demostrado capacidades para apoyar el desarrollo de software. Pueden generar código funcional, identificar errores, sugerir mejoras de arquitectura y aplicar patrones de diseño establecidos. Desde lo técnico, estos modelos se han convertido en aliados que aceleran procesos y facilitan la implementación de buenas prácticas de programación. Sin embargo, la ingeniería de software trasciende ampliamente el dominio técnico. 

Un profesional competente en esta área debe desarrollar un conjunto diverso de habilidades interpersonales y actitudes que la inteligencia artificial no puede proporcionar por sí misma. La capacidad de comunicarse de manera efectiva con clientes, comprender sus necesidades reales, negociar requisitos, trabajar en equipo y traducir problemas de negocio en soluciones tecnológicas son competencias fundamentales que requieren inteligencia emocional, empatía y experiencia humana.

La experiencia en el aula universitaria revela una tendencia en las nuevas generaciones de estudiantes del área de ingeniería de software. Los perfiles de ingreso muestran una orientación hacia el trabajo individual. En actividades prácticas o situaciones de aprendizaje colaborativo, muchos estudiantes de informática prefieren resolver problemas en solitario, frecuentemente con el apoyo de herramientas de inteligencia artificial, antes que desarrollar soluciones en equipo o mediante la interacción directa con pares. 

El desafío pedagógico que enfrenta la educación en ingeniería de software es complejo: ¿cómo aprovechar las ventajas indiscutibles de la inteligencia artificial sin crear una dependencia que atrofie el desarrollo de habilidades humanas esenciales? La preocupación no es trivial. Si un estudiante puede apoyarse en la IA para resolver cualquier problema técnico, pero no desarrolla sus capacidades comunicativas y colaborativas, ¿qué sucederá cuando deba reunirse con un cliente? ¿Necesitará tener la inteligencia artificial a su lado para mantener una conversación efectiva sobre requisitos de negocio?

La respuesta no pasa por resistirse a estas tecnologías, sino por integrarlas de manera reflexiva en la formación. El futuro de la ingeniería de software no está en elegir entre competencia técnica o habilidades humanas, sino en formar profesionales que dominen ambas dimensiones de manera equilibrada y complementaria. La capacidad de integrar herramientas de IA con habilidades interpersonales marcará la diferencia entre profesionales “del montón” y aquellos verdaderamente destacados.

Ítalo Donoso Barraza y Angélica Flores Bustos. Académicos del Departamento de Ingeniería de Sistemas y Computación. Universidad Católica del Norte.

Nota: se ha utilizado Claude para mejorar la redacción del texto

Jornadas Chilenas de Computación 2025

Entre el 28 y el 30 de octubre de 2025 se llevaron a cabo las Jornadas Chilenas de Computación (JCC2025) en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, congregando a más de 300 participantes provenientes de distintas regiones del país y del extranjero. Este año, las JCC se realizaron en conjunto con dos conferencias internacionales de prestigio en el ámbito de la informática: CLEI (Centro Latinoamericano de Estudios en Informática) y ChileCon, potenciando así un espacio de encuentro académico interdisciplinario y de colaboración internacional.

Organizadas por la Sociedad Chilena de Ciencia de la Computación (SCCC) junto a la Escuela de Ingeniería Informática de la PUCV, las JCC2025 ofrecieron un nutrido programa compuesto por más de 20 eventos, entre congresos, workshops, paneles y actividades abiertas. Se presentaron más de 130 trabajos científicos, distribuidos en sesiones técnicas temáticas a cargo de académicas y académicos de todo el país, quienes actuaron como chairs para moderar las exposiciones y fomentar el diálogo especializado.

Durante la ceremonia inaugural, la presidenta de la SCCC, Dra. Ania Cravero, destacó el compromiso de la sociedad con el fortalecimiento de la disciplina en Chile, subrayando la importancia de espacios como las JCC para la formación de redes colaborativas, el intercambio de conocimiento y la proyección de nuevos desafíos científicos y tecnológicos. Además, hizo un especial llamado a las nuevas generaciones de investigadoras e investigadores a participar activamente en la sociedad, bajo los valores de la educación, la comunidad y la integridad.

Foro IA: Inteligencia artificial en la academia y la sociedad

Entre los eventos destacados organizados por la SCCC, se incluye el Foro IA: Inteligencia Artificial en la academia y la sociedad, que se realizó el miércoles 29 de octubre a las 9:00 hrs. Moderado por el Dr. Carlos Hernández, este foro reunió a expertos como Ricardo Baeza-Yates, Jorge Baier, Raquel Pezoa, Jorge Pérez y Luis Martí, quienes compartieron visiones críticas sobre el impacto de la IA, los desafíos éticos y educativos, y la responsabilidad de formar profesionales con pensamiento riguroso y mirada global.

Escuela de Fundamentos de los Datos

Otro de los eventos satélites fue la 8va Escuela de Fundamentos de los Datos, desarrollada el jueves 30 de octubre de 09:00 a 12:00 hrs. en la PUCV. Esta actividad, abierta a la comunidad, ofreció dos bloques de gran relevancia:

  • Tutorial IMFD: “Cómo construir y aplicar RAGs en problemáticas reales”, a cargo de Camilo Maldonado, data scientist del IMFD.
  • Charla: “Privacidad de Datos: Desafíos y Panorama Actual en Chile”, presentada por el académico e investigador del IMFD Federico Olmedo, centrada en los desafíos técnicos y metodológicos de la privacidad diferencial.

Agradecimientos y próximos pasos

Agradecemos a todas las personas que participaron en esta versión de las JCC: autoras y autores de trabajos, estudiantes, chairs, organizadores de workshops y miembros del comité científico. Sin su compromiso y entusiasmo, este evento no sería posible.

Finalmente, les invitamos desde ya a prepararse para las JCC2026, que se realizarán en la Universidad de Talca, y a sumarse como socias y socios activos de la SCCC, contribuyendo al desarrollo de la computación en Chile.

Leave a Reply